New york no canta ni susurra
luces de neón
proclaman la muerte
golpea puertas
sin que Liza Minelli
entone canción de madrugada
Los cadáveres
efigies de navidad que no llegara
suman cuerpos
en orgía de muerte que no susurra calentura
y el miedo
oración en labios marchitos
viejos, pobres, enfermos,
destartalados desechos
en
noche neo yorkina.
La trompeta
del jazz marginal no
despedaza
el virus
ni se hace postal junto a la
fogata de calle
en el distrito
que abre sus piernas a
la muerte
llorosa por ella y por nosotros mismos.
No alcanzan mis fuerzas
para sentir el cielo de la ciudad
escuchar bocinazos
que los burdeles costados oscuros,
abandonados
refriegue de cuerpos
algún quejido, reminiscencia de juventud
Ahora antes que yo
New York
Muere
en la maldición del silencio, que no va
en su historia.
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