miércoles, 22 de abril de 2020

Columna de Opinión
“El Dia Después”
Por
Carlos Ernesto Sánchez.
Sin duda, dentro de un tiempo corto, el hambre dejara caer su peso sobre los más pobres y abandonados a causa de la pandemia que nos afecta y del sistema económico imperante, inhumano.
Volveremos a vivir la feroz experiencia de cesantía,  hambre y  abandono vividos en  días de la dictadura, donde para comer había que agruparse en torno a capillas y parroquias en ollas comunes.
Miles de hombres y mujeres salían a calles a recoger lo que quedaba de ferias o derechamente a pedir para comer. Los sueldos mínimos eran indignos, agravado por el miedo a ser detenidos y pasar a engrosar listas de detenidos desaparecidos. Fueron momentos terribles.
Recuerdo que más de una vez en la Capilla de la Población El Montijo fuimos allanados, volcado nuestras ollas con comida e incendiado nuestro templo. Nada de eso se debe olvidar.
Hoy no estamos en dictadura – no por la lucha de los poderos, sino por la movilización del pueblo- pero vivimos en un modelo inmoral, denunciado una y mil veces por los últimos pontífices.
De seguro tendremos que abrir ollas comunes bajo el alero de la iglesia y municipalidades. Volverán a repletarse los consultorios pidiendo insumos para no adquirir una y mil pestes que trae la pobreza. Sera el momento de organización, de  bolsas de cesantes, comprando juntos, los comités de defensa del pueblo, comités de salud. Es momento de re articular aquello que teníamos como organización y que los poderosos nos hicieron creer que estábamos en otro momento de la historia.
Hoy la represión viene con agentes del estado, y la muerte desafiante con el virus que ataca a nuestros viejos, pobres e indefensos.
Los bonos que entrega el estado, son insuficientes. No hay mascarillas ni guantes para repartir a la mayoría de la población. No hay verdad de partes del Ministro de Salud y en general del gobierno.
Los pobres no pueden hacer cuarentena, ni los migrantes  que viven en piezas o cites insalubres. No se puede pedir cuarentena a quien vive de vender algunos míseros productos en la calle, o que limpian autos, ellos tiene que salir para poder comer.
Ellos no son quienes atestan los supermercados llevándose todo aun aquello que no necesitan. Hoy es la hora de la solidaridad, de compartir aun con aquellos que no conozco. Es la hora de la organización entendiendo que solo esta nos permitirá sobrevivir.
Después de esta pandemia, nada puede ser igual, será la hora de la solidaridad de clase, de repudiar a los pregoneros del libre mercado, a los defensores de este modelo neoliberal, que hace agua por todas partes.
Que esta pandemia sirva para reencontrarnos con el otro. Volver a conversar, humanizar nuestra vida, no trasformar al otra u otro en numero, sino en hermano,  compañero de ruta.
Hoy Chile y el mundo sufren, tal vez la peor de las pandemias; La soledad e inhumanidad. De nosotros, de nuestra organización depende el futuro de la humanidad. Otro mundo es posible.  

·         Poeta

lunes, 13 de abril de 2020


Columna de Opinión
“Si No Hay Justicia, Hay Funa”
Por
Carlos Ernesto Sánchez
Ante la bofetada espantosa recibida de parte del poder judicial, al dejar libre en sus casas cómodamente a un grupo de asesinos violadores de derechos humanos, no queda solo el camino de recursos o denuncias ante organismos internacionales denunciando por abrir caminos para la impunidad. Hoy fue un grupo de ancianos asesinos, mañana tendremos en las calles a feroces y sádicos criminales como Krassnoff, el Fanta u otros cuyos nombres jamás podremos ni debemos olvidar.
Todas las formas de luchas, hoy son permitidas, en esta guerra en contra de impunidad. Una -entre varias- seria reactivar las funas, no dando espacio para que estos criminales caminen tranquilamente por las calles o vivan en nuestros barrios. Debemos estar presente donde haya uno de ellos, y no debe ser la mal llamada misericordia quien impida que se haga justicia; Si no hay Justicia, Hay Funa.
La causa de la justicia, no es venganza ni odio. Es  señal potente que jamás se perdonara y aceptara que agentes del estado, con recursos de todos los chilenos, violen derechos humanos, y esto es válido no solamente para represores de ayer sino para los de hoy.
Todos queremos una sociedad sana, educadora para las nuevas generaciones en verdad y justicia, lo cual no es posible dejando libre a estos criminales, que además gozan de privilegios que otros condenados no tienen, recibiendo altas pensiones y beneficios, por su trabajo de delinquir, violar, asesinar, hacer desaparecer a ciudadanos, solo por pensar distinto.
Los que levantan su voz clamando misericordia, piedad e invocando edad y estado de salud de los criminales, no hablan por estos últimos, sino por si, tienen claro que fueron los instigadores y cómplices del golpe y de las violaciones cometidas. Nunca estos cómplices han pisado una cárcel o han sido juzgados, por el contrario algunos ejercen cargos de elección popular, lo que demuestra que nuestro pueblo olvida con rapidez.
Hoy por medio de las redes sociales, debemos funar a cada uno de  estos criminales, no pueden tener descanso en paz. Sus  nombres como letanía funesta deben sociabilizarse para que todos sepan quién es quién y que hicieron en contra de indefensos ciudadanos.
Así como un día lo hizo el Movimiento Contra la Tortura Sebastián Acevedo, debemos colocarnos en la puerta de los Tribunales de Justicia, denunciado a jueces y magistrados que avalan la impunidad.
Hoy no es momento de silencio, menos de perdón y olvido. Si no queremos y repudiamos la represión en contra de nuestros jóvenes que quedaron ciegos y mutilados, exigiendo la renuncia del general director de carabineros, tampoco debemos permitir que lo sucedido en dictadura quede archivado.
La Funa no es lo que queremos como expresión de justicia, pero ante la ausencia de esta, es herramienta eficaz para condenar socialmente a estos criminales.

En nuestras redes sociales difundamos direcciones, teléfonos, nombres, fotos actuales y todo aquello que pacíficamente denuncie donde hay un criminal viviendo, porque nada ni nadie está olvidado.

viernes, 10 de abril de 2020

Columna de Opinión
“El otro Vía Cruces de la Araucanía”
Por
Carlos Ernesto Sánchez.
La Araucanía no solo esta vez sufre intensamente, desde hace muchos siglos lo vive con la mal llamada pacificación, la pobreza, el robo de territorios, la discriminación por ello viene viviendo un vía crucis doloroso, y ahora con esta feroz pandemia que va dejando una huella de muertos, muchos de ellos historia viviente de nuestra realidad de pueblo.
Los hijos de la prodiga belleza verde de esta región, que estamos esparcidos por diferentes realidades de Chile y el mundo, vemos con dolor como el virus ataca ferozmente a sus ciudadanos.
En esta hora pienso en Chol- Chol, cercana a Nueva Imperial, la bella comuna de bondadosa gente, amistosa, que dio para el país a intelectuales de categoría como Juvencio Valle nacido en la localidad de Almagro. En  su plaza contempló la tarde Pablo Neruda.
Ya no volveré a bañarme en el rio Chol- Chol, pero sus aguas, orillas y sauces, no han salido de mi, postal para siempre de aquel tiempo hermoso.
En mi cuerpo, adherido a mí historia esta Lautaro y su plaza llena de hojas, en el ritual del otoño. El Puente y su molino y la figura de Jorge Teillier contemplando sus calles.
Como olvidar Puerto Saavedra y el cerro Santa Viviana o las caminatas hundiendo los pies en la arena. Un paisaje inolvidable, con un entorno para recorrer en barcaza y quedar sobrecogido por el paisaje- incluyendo Puerto Domínguez-  con  sus cisnes de aristocrática belleza.
Hoy los hombres y mujeres que conforman su historia; Los Morovich, Salas, Narváez, Ninoska Pacheco, entre otros, y la gran cantidad de poetas y artista de primer orden que engalanan la Araucanía, sufren ante esta epidemia.
Sin duda sabremos levantarnos, sin olvidar jamás a los que quedaron en el camino.
Volveremos a recorrer cada calle o plazuela intima, donde muchas veces refugiamos nuestra juventud.
Otros levantaran una copa o un café, recordando estos días que requieren  solidaridad y responsabilidad de todos.
Hoy es el momento de pensar que Araucanía queremos para vivir. Hoy es el momento de humanizar profundamente nuestro actuar. Hoy es el momento de resguardar nuestras riquezas naturales y no arrasar con todo, en nombre de la modernidad. Hoy es cuando debemos beber en nuestro pozo, con historias heroicas y desde allí aprender lecciones.
Aunque estoy lejos de esas benditas tierras, no hay un solo momento que no recuerde cada milímetro de ese lugar y el grito ancestral que nos da  fuerza, para una vez más vencer y salir adelante.
En esta hora de dolor este vía crucis nos llevara – nos lleva- a la pasión y seguramente a la muerte, pero también – sin duda- a la resurrección.