Columna de Opinión.
El Incendio del Templo de carabineros.
Por
Carlos Ernesto Sánchez.
Connotadas figuras eclesiásticas llegaron
hasta las puertas de la incendiada iglesia de la Capellanía de Carabineros.
Todos repudiando los actos vandálicos que se generan como respuesta a la represión
de carabineros, que ya incluye muertos, mutilados, torturados.
Todos condenamos los hechos de
violencia. Nadie en su sano juicio puede justificar dichos actos, pero tampoco
se puede ignorar que quienes han hecho de la violencia su herramienta de
mantener el orden público son carabineros, por orden del Gobierno de Sebastián
Piñera.
En la eucaristía de reparación por los
hechos ocurridos, en primera fila se encontraban generales de uniforme, los
mismos responsables de la represión. Compungidos comulgaron, oraron y
expresaron tristeza por la destrucción
del templo.
Ninguno de los Obispos presente tuvo gallardía de elevar oración o recuerdo de víctimas de la represión policial, la cual ha
sido denunciada en más de un informe de organismos internacionales. Tampoco se emitió
palabra llamando a la conversión a esos generales y tropa que sin duda cabe,
cargan sobre si muchas muertes.
Esta misa de reparación fue ceremonia sin contenido. Donde el Dios de la
vida estaba ausente.
Es lamentable la pérdida de arquitectura de dicho templo, pero más
lamentable es que el templo vivo del hombre donde habita Dios mismo, sea violado y vejado calles
y plazas de chile.
Una vez más la iglesia muestra su falta
de profetismo, de acomodarse al poder y
rendir pleitesía a mercaderes del
templo.
Falta la voz fuerte que clame en este
desierto y encare a poderosos. Que haga
visible su compromiso con pobres y
marginados. Mucha mitra y adornos, parafernalia. ¡Que falta hacen los profetas
en la Iglesia!
En estos días ha muerto la gran
Escritora y activista pro Derechos Humanos, Mónica Echeverría, quien hasta último instante dio testimonio de fe en la condición
humana y trabajó y luchó por su respeto.
Sin duda la escritora con su vida y
actuar dio más testimonio que aquellos que envueltos en finas telas hablan en
nombre de Dios.
Me asquean los profesionales de la fe. Los Diplomáticos
Vaticanos, Generales castrenses. Los santos
hombres, que son incapaces de ser hombres santos.
El Incendio de la Capellanía de
Carabineros dejo claramente establecido a quienes los capellanes deben con sus
palabras y ritos mágicos dejar calmados de conciencia.
Los hombres y mujeres mutilados y
maltratados, necesitan el afecto y apoyo de quienes se hacen llamar pastores.
En las luchas del pueblo por su liberación
de las estructuras de pecado, los consagrados deberían ser los primeros en
marchar. Asquean las situaciones de
poder en las que viven y ejercen algunos su ministerio.
No se necesitan Nuncios, Ni Obispos
Castrenses, ni Monseñores, sino hermanos de ruta, compañeros en la aventura de
fe. Ser pregoneros de esperar, aun
contra toda espera.
En las calles Chile sigue siendo
martirizado el pueblo en huerfania total. Algunos pastores están demasiados ocupados en
la parafernalia litúrgica ausente de vida.
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