lunes, 6 de enero de 2020

Columna de Opinión.
El Incendio del Templo de carabineros.
Por
Carlos Ernesto Sánchez.

Connotadas figuras eclesiásticas llegaron hasta las puertas de la incendiada iglesia de la Capellanía de Carabineros. Todos repudiando los actos vandálicos que se generan como respuesta a la represión de carabineros, que ya incluye muertos, mutilados, torturados.
Todos condenamos los hechos de violencia. Nadie en su sano juicio puede justificar dichos actos, pero tampoco se puede ignorar que quienes han hecho de la violencia su herramienta de mantener el orden público son carabineros, por orden del Gobierno de Sebastián Piñera.
En la eucaristía de reparación por los hechos ocurridos, en primera fila se encontraban generales de uniforme, los mismos responsables de la represión. Compungidos comulgaron, oraron y expresaron  tristeza por la destrucción del templo.
Ninguno de los Obispos presente tuvo  gallardía de elevar  oración o recuerdo de  víctimas de la represión policial, la cual ha sido denunciada en más de un informe de organismos internacionales. Tampoco se emitió palabra llamando a la conversión a esos generales y tropa que sin duda cabe, cargan sobre si muchas muertes.
Esta misa de reparación fue  ceremonia sin contenido. Donde el Dios de la vida estaba ausente.
Es lamentable la pérdida de  arquitectura de dicho templo, pero más lamentable es que el templo vivo del hombre donde habita  Dios mismo, sea violado y vejado   calles y plazas de chile.
Una vez más la iglesia muestra su falta de profetismo, de  acomodarse al poder y rendir pleitesía a  mercaderes del templo.
Falta la voz fuerte que clame en este desierto y encare a  poderosos. Que haga visible su compromiso con  pobres y marginados. Mucha mitra y adornos, parafernalia. ¡Que falta hacen los profetas en la Iglesia!
En estos días ha muerto la gran Escritora y activista pro Derechos Humanos, Mónica Echeverría, quien hasta  último instante dio testimonio de fe en la condición humana y trabajó y luchó por su respeto.
Sin duda la escritora con su vida y actuar dio más testimonio que aquellos que envueltos en finas telas hablan en nombre de Dios.
Me asquean  los profesionales de la fe. Los Diplomáticos Vaticanos,  Generales castrenses. Los santos hombres, que son incapaces de ser hombres santos.
El Incendio de la Capellanía de Carabineros dejo claramente establecido a quienes los capellanes deben con sus palabras y ritos mágicos dejar calmados de conciencia.
Los hombres y mujeres mutilados y maltratados, necesitan el afecto y apoyo de quienes se hacen llamar pastores.
En las luchas del pueblo por su liberación de las estructuras de pecado, los consagrados deberían ser los primeros en marchar.  Asquean las situaciones de poder en las que viven y ejercen algunos su ministerio.
No se necesitan Nuncios, Ni Obispos Castrenses, ni Monseñores, sino hermanos de ruta, compañeros en la aventura de fe. Ser pregoneros  de esperar, aun contra toda espera.
En las calles Chile sigue siendo martirizado el pueblo  en  huerfania total.  Algunos pastores están demasiados ocupados en la parafernalia litúrgica ausente de vida.



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