Carta a mis compatriotas;
Por
Carlos Ernesto Sánchez.
Escribo estas palabras con la más profunda angustia, ante la situación
que vivimos producto de la Pandemia. Soy un hombre de la tercera edad, con 8
enfermedades que me aquejan en mi cuerpo, pero quedando aun la reserva de mi
capacidad de pensar, sentir, actuar y hacer algunas actividades que forman
parte de mí ser; Leer y Escribir.
Vivo solo y estoy solo. Tal vez tengo el
privilegio de vivir en una zona campestre, rodeada de cerros, a diferencias de
otros y otras de mi misma edad e iguales condiciones de salud, con el agravante
de residir en pequeños espacios, insalubres, acosados por la delincuencia y el
narco tráfico.
Si el tiempo de una vacuna en contra de la pandemia, no es muy largo, tal vez no engrose
la lista de sus víctimas.
Cada dia con dolor escucho noticias que
dan cuenta de la orfandad que muchos vivimos y para otros en la inconsciencia
de la juventud, o el poder del dinero, o la buena salud, que se exponen y
desafían a la enfermedad, colocándonos a los viejos, pobres, enfermos en las
barbas mismas del virus.
Desde esta angustia que vivimos muchos,
de la incertidumbre del que pasara mañana, de esta soledad que corroe el alma y
una situación económica desastrosa, no solo llamo, grito y ahora suplico,
seamos capaces de vaciar las calles, de no salir, de hacer vida las directrices
de la autoridad, para vislumbrar que podemos tener una oportunidad a vivir.
Los pequeños gestos, son sin duda los
que dan sentido a la vida; Ojala hagamos de esos pequeños gestos el ritual
en estos tiempos de soledad y carencias
de amplios sectores de nuestro país. Basta un llamado para saber como estamos o
para desgranar el dia en familia y amistad.
No es necesario – por ahora- el contacto físico, pero no puede ser que
cuando la ciencia nos otorga varias formas de comunicación, la soledad sea
fuerte y los silencios totales. No solo los cercanos deben romper el círculo de
la soledad, sino también aquellos que enarbolan la palabra amistad.
Yo dentro de todos mis problemas de
salud, siento sanación en mi alma, cuando alguien desde los rincones,
territorios, lugares y realidades, llaman en la entrega de amistad.
En esta Pandemia no solo la autoridad
política- sanitaria, tiene algo que decir; Todos, Usted y Yo, hagamos que la
noche del huerto pase pronto y la realidad resucitada – no solo de nuestra
patria- sea cierta.
En esta hora de dolor, pienso y hago mío
el sufrimiento de aquellos infectados o de los otros que en pobreza buscan
formas de sobrevivir. Los que tenemos un plato de comida asegurado, un espacio
para vivir dignamente, no dejemos de pensar en los otros que no tienen y si no
podemos ser solidarios en lo material, seamos custodios de la salud, no
saliendo a la calle, no exponiéndose y exponiendo a los demás.
He vivido muchos años y haciendo vida las palabras de Isidora
Aguirre, exclamo “Doy por vivido todo lo soñado y por soñado todo lo vivido”
pero aun quiero para ver crecer, jugar, estudiar y ser una mujer valiosa e
integra a mi sobrina nieta.
Mi sueño imposible, es posible; Escuchar
el Ring del teléfono y que una voz amiga – aunque no conozca- espante la
soledad y siembre aun mas las ganas de vivir y vencer a la muerte. De usted, de
ti depende. Mi corazón aprendió en la
vida, el ejercicio de esperar.