Columna de Opinión
“Esta es la Hora de lo que viviremos mañana”
Por
Carlos Ernesto Sánchez.
Sin duda la pandemia nos golpea fuerte. La desobediencia vivida por
muchos sectores de la ciudadanía – en semana santa, 21 de mayo y otras fechas- de salir a la calle, no respetar los protocolos,
hoy pasa la cuenta. Estamos al borde de
la crisis. En esta cruda realidad donde la organización presencial debe estar
ausente, para evitar el contagio, donde la pobreza golpea puertas y el miedo a
la enfermedad y el que hare mañana, porque el futuro se ve difícil, es bueno volver la mirada a otros tiempos que por muchos años nos trajo la pandemia de
la dictadura; Censura, represión, hambre, muerte, desapariciones. Hechos que
por años vivimos y padecimos. Fueron años difíciles que logramos derrotar. En
primera línea siempre estuvo la Iglesia católica y otros credos religiosos, que
poniendo en riesgo su propia integridad no abandonaron a los pobres y
marginados.
Hoy nuevamente la iglesia asume un papel protagónico de servicio, a
diferencia de ayer hoy la inmovilidad es necesaria para no seguir transmitiendo
el virus.
La iglesia ha puesto al servicio de la autoridad sanitaria – no una-
sino muchas casas como lugares de
aislamiento y cobijo, para personas contagiadas, o en situación de calle. De
sus recintos han salido cientos de cajas de alimento o elementos sanitarios para
apoyar, sin hacer distinción de ninguna especie.
En muchos conventos las religiosas, junto a su labor más propia como es
la oración, han destinado tiempo a confeccionar mascarillas o han abierto puertas de sus comunidades para albergar a
quien lo necesite.
Hoy la Iglesia, no cuenta con el diezmo o recurso que ingresa por otros
servicios que facilita a la comunidad; han asumido lo decretado por la
autoridad y toda ceremonia se realiza vía internet – redes sociales. Sin duda
no se está dando desde llamada riqueza de la institución, sino de un compartir
verdadero y fraterno.
Este ha sido un tiempo de volver a reencontrarse con los creyentes y
hombres de buena voluntad, después de un periodo que remeció la sociedad ante
los escándalos de algunos sectores del clero.
El pontífice romano, sin la parafernalia de un Juan Pablo II ha llevado
la iglesia a reencontrarse con sus raíces, con el mensaje de Jesús. De una
iglesia triunfalista nos lleva hacia una iglesia servidora, de la riqueza y el
boato pasamos a la austeridad. De una teología europeizante a la mirada desde
los pueblos oprimidos y sufrientes, desde la censura a la liberación.
Hoy son tiempos de gracia para los creyentes. Una puerta se abre para hombres y mujeres que deseen
gastar su vida en el servicio a los más pobres y necesitados.
Esta pandemia con todo el dolor que trae, es también un tiempo de
gracia, porque nos da la oportunidad de volvernos a mirar a la cara, de
entender que solo, no salimos de esta pandemia, sino solidariamente, de replantearnos
los seudo valores que el modelo nos impone.
No por cálculo político, ni crecimiento en la encuesta esta es la hora
de la unidad. En nuestras poblaciones hay hambre, soledad, vivir escondidos de las
balas de los narcotraficantes, de construcciones míseras, donde se vive en
total hacinamiento.
No sé si se ha hecho bien o mal, el trabajo frente a la pandemia, lo
que si quedad claro que la miseria ha develado su cortinaje, mostrando las
verdaderas condiciones que viven grandes mayorías.
Esta no solo es la hora de
entregar bolsa de mercaderías o bonos, es la hora de inyectar valores a una
sociedad que está enferma no solo de corona virus. Es la hora del ejercicio de
la solidaridad, de la palabra y el gesto amigable, de hacer del servicio público
un apostolado.
Así como la Iglesia, se hace presente en estos momentos de dolor, las
municipalidades aun más, deben gastar horas y recursos en acompañar a los
vecinos, promover el fortalecimiento de las unidades vecinales y de las
organizaciones de base.
En esta hora todos tenemos un
protagonismo en esta pandemia, hasta para ser protectores de gatos y perros
comunitarios, seres silentes a los que no hay que dejar en el abandono.
Esta es la hora de lo que viviremos mañana.
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