Coluna de Opinión
Por
Carlos Ernesto Sánchez
“La Iglesia es Pueblo”
Las justas demandas que el pueblo
expresa de diferentes formas, se ven empañadas por hechos violentos, incendios,
saqueos y otras formas que sin duda
alimentan odio. Vuelve a mi memoria el grito del Santo Cardenal Silva Henríquez
“Destruyamos el odio, antes que el odio nos destruya”
Con dolor constato como enajenados han ingresado a
iglesias, parroquias, Catedral saqueadas, con mobiliario del recinto de culto,
alimentan fogatas de los alrededores.
Los que cometen este delito y
sacrilegio, sin duda son aquellos que no conocieron la defensa que hizo la iglesia en defensa de derechos
humanos, en días terribles de la
dictadura.
La iglesia y sus agentes pastorales;
Curas, monjas, consagrados, obispos y el mismo Cardenal, no solo defendieron a
hombres y mujeres, católicos, sin preguntar nada, asumieron su defensa.
Bajo el alero de la Iglesia se
levantaron ollas comunes, para alimentar a pobladores cesantes. Comprando
juntos y solidariamente comprar alimento que luego vendían a precios reducidos. Cada Iglesia o
capilla fue lugar de refugio y consuelo para quienes éramos perseguidos.
Nadie que haya vivido ese tiempo
doloroso, levanta su mano en contra de la Iglesia. Los chilenos somos agradecidos
y no olvidamos jamás lo vivido.
Cuando en las protesta en el centro de
Santiago, pidiendo respeto por la vida, y el fin de la dictadura, aplaudida por
la derecha, las puertas de la Catedral y de la Vicaria de la Solidaridad,
estuvieron abiertas para protegernos, sin pedir nada a cambio.
Es cierto que algunos – demasiados-
clérigos y religiosos vulneraron derechos de menores, abusaron de ellos, pero
no fue la iglesia en su totalidad. Mariano Puga cura obrero, Elena Chain
religiosa, Blanca Rengifo religiosa, abogada de detenidos. José Aldúnate
defensor de los DDHH, Roberto Bolton y tantos otros que han dedicado su vida
acompañando a los pobres. Algunos de ellos pagaron con su vida la defensa de víctimas de la dictadura.
No es momento de lamentarnos, sino de
actuar, dando testimonio del papel que ha jugado la iglesia en la historia
reciente de nuestro país.
Hoy muchos de estos religiosos consagran
su vida y actividad diaria a atender enfermos, ancianos, minusválidos, abandonados.
No solo se debe tener memoria para lo
repudiable, sino también para reconocer y agradecer.
No debemos permitir que el odio
militante, de algunos que proclaman su ateísmo, , instrumentalicen a nuestra
juventud.
Repudio con la autoridad moral de haber
vivido junto a otros los días terribles de la dictadura, todo atentado en
contra de la Iglesia, porque todos especialmente el pueblo, somos Iglesia.
Hermoso y esclaorecedor comentario... queda claro que la naturaleza de la crisis que ha vivido el país durante el último tiempo tiene rasgos sociales, políticos, económicos, pero también Espirituales por parte de todos
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