martes, 12 de noviembre de 2019

Columnas Escritas por el Poeta

Columna
“Carabineros de Chile”
O el peligro vestido de verde.

Una lluvia torrencial de denuncias se ha desatado en contra de Carabineros de Chile. No solo ahora los uniformados verdes han ocupado titulares e inquietud de la mayoría de los chilenos.
Durante la dictadura de la mano, del “General rastrero, Mendoza” al decir de Allende, en su discurso final, carabineros ha cometido toda clase  tropelías, desde violación de detenidos, torturas en comisarías, asesinatos, degollamiento de profesores, después de secuestrarlos.
Los funcionarios fueron entusiastas actores en la represión desatada en dictadura. En  listas de violadores a los Derechos Humanos se repiten nombres que integraron las filas de los organismos de seguridad.
Al regreso de la mal llamada democracia, pactada con los actores de la dictadura, se justifico hechos del pasado y perdono una y mil tropelías, incluyendo desfalcos de grandes cantidades de dinero. Sin duda, los hechos que hoy se denuncian en contra de Carabineros, es el resultado de la impunidad decretada por sucesivo gobierno de la Concertación o Nueva mayoría.
Los Gobiernos antes nombrados y el actual han asumido que lealtad significa obviar, mirar para otro lado frente a delitos cometido por Carabineros. La autoridad no ha tenido mano enérgica, solo declaraciones y aplausos fáciles, frente al cuerpo de las carabinas cruzadas.
Frente a este conflicto social que se vive en el país, queda desnuda la realidad de carabineros. No son unos pocos los que se apartan de la doctrina de la institución. En todas las aéreas de la represión, actores principales son carabineros; Torturas, violaciones, detenciones injustificadas, muerte en cuarteles, Todo bajo solo buenas palabras e intenciones de repudio, pero no educan  en profundidad al personal verde, castigar  a quienes violen  derechos humanos, apartar de la institución  a todo aquel que trasgrede la ética.
Los atropellos enumerados por  víctimas, muestran que en el cuerpo verde hay sicópatas, violentistas y algunos integrantes de verdaderas bandas delictuales.
El pueblo Mapuche ha sido víctima permanente del accionar violento de Carabineros, dejando  secuela de muerte cuyo caso más emblemático fue el dirigente Camilo Catrillanca donde  carabineros  organizo una maquinaria para instalar la impunidad.
Hoy el mando debe entregar al ejecutivo  nombres de quienes deben asumir próximamente el mando de la institución. Es momento de dar señal fuerte, potente de reestructuración de carabineros. Después de los hechos denunciados de violaciones a los derechos humanos, no es posible hacer borrón y cuenta nueva.
Cuando escribo esta columna, se produce cambio de ministros, lo cual no cambia nada. Ellos parten defendiendo el modelo y justificando lo injustificable.
Las víctimas de este modelo;  jóvenes, ancianos,  pobres que no tienen ni para un pan   no tienen ganas ni pueden ni siguiera protestar.
Es fácil llamar  a paro, con dirigentes pagados y con buenos sueldos, que  permite el lujo de seguir actuando como dirigentes. Más de una semana llevo sin medico y remedios, pero se sigue llamando a paros brutales.
Ante este panorama la fiesta de la represión es celebrada por carabineros. Se les abre un campo para desatar las atroces violaciones de los derechos humanos.
Ante esta realidad no hay dirigentes sociales, políticos, que tengan autoridad para levantar la voz. Las marchas y protestas les han dado  posibilidad de desatar el oportunismo y tratar de apropiarse de los dolores y esperanza del pueblo. Muchas de las peticiones que enarbolan las mayorías empobrecidas, son víctimas de este gobierno y de  gobiernos anteriores, que no pueden lavarse las manos.
Muchos dirigentes que denuncian violaciones de los derechos y que repudian  la clase política, son militantes de partidos políticos, que han avalado lo antes descrito.
Carabineros actúan en esta impunidad, porque somos culpables al no pasar boleta a la clase política, desobedecer esta institucionalidad represiva.
Sin duda, carabineros es peligro en las calles, con la complicidad de la clase política.
Carlos Ernesto Sánchez.


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